Una velocidad que debe ser gestionada

Cuando manejamos un auto a más velocidad, mayor es la información que debemos procesar en un periodo de tiempo más corto. No solo debemos acelerar nuestra capacidad de reaccionar, sino que, además, debemos estimar el tiempo que otros objetos tomarán en cruzarse en nuestro camino con respecto al tiempo que nosotros nos demoraremos en llegar a ese potencial punto de encuentro.

Un corredor de Fórmula 1 debe hacer eso y , además, prepararse físicamente para el impacto que la fuerza G producida tendrá sobre su cuerpo; no se trata solo de un incremento exponencial en la velocidad, son también nuevas variables. Continuando con el ejemplo del manejo, un auto autónomo es un auto que se maneja solo; sin embargo, uno de los mensajes que se dan constantemente a los conductores es que no pierdan la atención sobre el volante y su entorno.

Un Tesla con IA está configurado para reaccionar según sus sensores y lo aprendido por sus sistemas, pero si hay un dilema sobre contra qué chocar o un tercero imprudente que actúa en tiempo real, es el criterio del ser humano el que hace la diferencia.

ALERTA: El piloto automático es una función de manos en el volante. Mantenga las manos en el volante en todo momento y preste atención a las condiciones de la carretera, el tráfico circundante y a otros usuarios de la vía (como peatones y ciclistas). Esté siempre preparado para actuar de inmediato. No seguir estas instrucciones podría causar daños, lesiones graves o la muerte.

Un ser humano con ética y todos sus sentidos cognitivos. Este ritmo exponencial plantea un desafío crítico: ¿cómo podemos prepararnos para un futuro donde la IA es omnipresente sin perder el control de nuestro desarrollo humano, especialmente, cuando aún estamos en desarrollo?

La aceleración exponencial de la IA

El desarrollo de la IA comenzó hace décadas, pero su adopción masiva es reciente. Desde 2020, modelos como DALL-E y ChatGPT han democratizado su acceso, permitiendo que personas sin conocimientos técnicos utilicen la IA para tareas cotidianas [McKinsey, 2023]. En las capas más visibles, este auge ha creado un entorno donde las innovaciones emergen casi diariamente, desde asistentes virtuales que responden preguntas de todo tipo hasta sistemas de diagnóstico médico que mejoran la precisión clínica con base en tecnologías de análisis gráfico y deep learning [Gartner, 2024].

Otra parte, sin embargo, es la poca visibilidad de las fuentes de datos y la lógica de procesamiento, mientras algunos sistemas usan fuentes especializadas, otros consumen información de foros de opinión. Similar a la conducción, la velocidad exponencial implica cambios actitudinales y físicos, hoy la velocidad de la IA está superando nuestra capacidad para procesar y adaptarnos a estos cambios [McKinsey, 2024]

Un informe de Gartner (2024) señala que el 70% de las organizaciones, impulsados por su capacidad para optimizar procesos y crear contenido innovador, planean aumentar su inversión en IA generativa para 2026 [Gartner, 2025]; sin embargo, según otro informe de McKinsey, solo el 8% lo hace de manera eficiente [McKinsey, 2025] y según el MIT la presión puede hacer que los empleados delegan la toma de decisiones sin análisis alguno [MIT Solan, 2024]. Estos estudios evidencian el gran interés por adaptarse al futuro, pero no necesariamente estamos preparándonos correctamente ni ayudando a otros a prepararse.

Lecciones de la revolución industrial

La IA no es la primera tecnología en transformar radicalmente la sociedad. Durante la Revolución Industrial, la mecanización desplazó a millones de trabajadores manuales, pero también creó nuevas oportunidades en sectores como la ingeniería, la manufactura avanzada y la gestión industrial. Un estudio del Banco Mundial (2023) destaca que las revoluciones tecnológicas generan más empleos de los que eliminan, siempre que las personas adquieran nuevas habilidades a través de la educación y la capacitación [World Bank Group, 2023].

Los impactos fueron más allá de los trabajos; los cambios en la iluminación afectaron los ciclos de sueño y la sensibilidad de nuestros ojos a la luz; la concentración en las ciudades cambió los sistemas inmunitarios; las máquinas, como la imprenta, cambiaron nuestras formas de comunicación y la motricidad fina; los ejemplos pueden seguir, pero todos esos impactos tuvieron áreas grises y curvas de aprendizaje [Britannica, 2025]. La diferencia en el pasado la hicieron las personas que se adaptaron rápidamente, buscaron evolucionar las condiciones y tuvieron una perspectiva ética en el tiempo; ahora enfrentamos el mismo desafío.

Aprendizajes para el Perú

Durante los últimos 200 años, Perú ha tenido un desarrollo industrial irregular; al día de hoy podemos ver reflejados en nuestros consumos cuáles son los efectos y las consecuentes dependencias del nivel alcanzado en cada una de las industrias. Hoy podemos mirar atrás y aprender de las decisiones tomadas con respecto a la industrialización; la revolución de la inteligencia artificial nos pone nuevamente en la urgencia de tomar la decisión correcta y definir si queremos ser generadores, usuarios aumentados o usuarios dependientes.

Desarrollar verdaderos motores y soluciones de inteligencia artificial requiere un gran esfuerzo tecnológico, financiero, de datos y humano; no todos podremos hacerlo, pero todos sí nos vemos obligados a no convertirnos en dependientes nuevamente de otros países [ILO-Work Bank, 2024]. No todos los países producen submarinos; sin embargo, la diferencia de entrenamiento, preparación e inteligencia de los equipos participantes define el éxito de la operación [CEPAL, 2025].

La IA como herramienta de aumento al humano, no de reemplazo

A pesar de su poder, la IA actual carece de capacidades cognitivas humanas, como la creatividad espontánea o el razonamiento ético de manera sostenida y masiva. Un análisis de la Universidad de Cambridge estima que la IA general (AGI), capaz de emular el pensamiento humano en su totalidad, podría tardar al menos entre 30 y 50 años en desarrollarse [Max Roser, 2023]. Sin embargo, algunas industrias ya tratan la IA como si tuviera inteligencia humana, automatizando decisiones complejas en sectores como las finanzas, la logística y la atención médica [McKinsey, 2023]. Esto plantea riesgos significativos, como la dependencia excesiva o la pérdida de control sobre procesos críticos no validados. 

La clave está en aprender a usar la IA como una herramienta que amplifica el potencial humano, no como un sustituto del pensamiento crítico. Plataformas como FlexFlix ofrecen una solución práctica, con cursos diseñados que comparten información a la par que enseñan cómo integrar la IA en procesos creativos, analíticos y éticos, fomentando una colaboración efectiva entre humanos y máquinas, ya sea entre niños o adultos.

Similares pero no iguales

Todas las IAs utilizan tecnología para procesar información y generar resultados, pero no todas aprenden, procesan y afectan al ser humano de la misma manera. Aún nos encontramos en una etapa de IA estrecha (ANI), menos inteligente que un ser humano [HAI Artificial Intelligence Index Report, 2025]. Aunque puede obtener resultados impresionantes en minutos o incluso segundos, es menos inteligente porque no tiene capacidades cognitivas ni conciencia propia. Es decir, no puede sentir, no procesa el sarcasmo ni puede ser irracional según el contexto, y tampoco puede predecir el futuro sin ayuda de un humano [Testing theory of mind in large language models and humans, 2024]. Por el momento, los intentos por alcanzar estas capacidades no logran ser sostenibles; sin embargo, se considera que en menos de 50 años este reto podrá superarse [Expert Survey on Progress in AI, 2023].

La mayor parte de la IA generalmente se centraba en el procesamiento y modelado de datos; la IA generativa se centra en la creación de contenido que imita la producción humana basándose en la aportación humana. Esto incluye texto, imágenes, música y código. Piensa en Adobe Firefly, Chat GPT, DALL-E, Boomy, Gamma, todos generan contenido basado en aportaciones humanas, aprenden constantemente de la información que procesan (memoria limitada) y utilizan una combinación de técnicas de aprendizaje como Machine Learning, NPL, GAN entre otras. 

Impactos neurológicos y educativos

La velocidad con la que interactuamos con la IA está remodelando nuestra cognición. Investigaciones del MIT (2024) indican que la exposición constante a flujos rápidos de información, aunque en primera instancia puede mejorar nuestra capacidad a realizar tareas simultáneas habilitadas por herramientas de IA, también demuestra una reducción de la capacidad de reflexión profunda.[MIT, 2024]. Hoy vemos constantemente en redes sociales que la calidad de generación de imágenes y videos ha mejorado de tal manera, sobre todo cuando está basada en conceptos reales, de tal manera que ya es difícil distinguir visualmente.

Algunas tecnologías son tan accesibles que una niña de 13 años logró utilizar la IA y la voz de su mamá para poder generar permisos para no asistir al colegio IG. Este último ejemplo, en primera instancia, puede sonar como creativo para algunos y preocupante para otros, pero un factor que no podemos ignorar es que, gracias a esto, la voz de la mamá ha quedado en el sistema y puede afectar futuros procesos de autenticación y ser utilizada para estafas telefónicas. La IA es utilizada por soluciones de ciberseguridad, pero también por ciberdelincuentes. Estos impactos resaltan la necesidad de sistemas educativos más ágiles que integren la IA de manera crítica, enseñando a los estudiantes no solo a usar estas herramientas, sino a comprender sus implicaciones y limitaciones.

Riesgos de ignorar el cambio y la ética

Ignorar la IA no es una opción viable; ya está profundamente integrada en nuestra vida diaria, desde algoritmos de redes sociales que personalizan contenido hasta sistemas de logística que optimizan cadenas de suministro. Un informe de la OCDE (2024) advierte que los países que no adopten la IA de manera estratégica podrían perder competitividad global, como ocurrió con naciones que se rezagaron durante la Revolución Industrial. [Digital Economy Outlook 2024 (Volume 1): Embracing the Technology Frontier OECD, 2024] Sin una preparación adecuada, corremos el riesgo de convertirnos en un país de segunda categoría, dependiente de tecnologías desarrolladas en otras regiones. Esto, aunque suena incómodo, por ejemplo, se ve en la disponibilidad de procesadores donde Perú y la mayoría de la región tienen prioridad 2. Este riesgo es particularmente grave en un mundo donde la IA está redefiniendo las economías globales, desde la automatización de procesos industriales hasta la creación de nuevos modelos de negocio basados en datos y conocimiento.

El uso de la IA también ha puesto nuevamente sobre la mesa cuestiones éticas fundamentales. Un estudio de la Unesco (2023) subraya la importancia de regular la IA para evitar sesgos algorítmicos, proteger la privacidad de los datos y garantizar la equidad en su aplicación [UNESCO AI Recommendations on Ethics, 2023]. Por ejemplo, los algoritmos de IA pueden perpetuar sesgos si no se diseñan con cuidado, como en sistemas de contratación que favorecen a ciertos grupos demográficos. A diferencia de los libros, en la IA no sabemos quiénes fueron los autores ni editores del algoritmo, eso no es malo en principio, pero sí genera un proceso adicional donde debemos identificar, según el contexto y ya no del autor, el potencial sesgo en el contenido generado. 

FlexFlix incorpora principios éticos en su formación, ofreciendo respuestas que informan y promueven el pensamiento crítico y el arte de preguntar; enseña a los usuarios a identificar y mitigar sesgos en herramientas de IA, así como a tomar decisiones responsables en contextos automatizados. Esta responsabilidad es crucial en las etapas formativas para garantizar que la IA sirva al progreso humano, no a su detrimento, y para construir una sociedad donde la tecnología se utilice de manera justa y transparente.

FlexFlix: Un puente al futuro

FlexFlix se destaca por compartir, pero con una perspectiva pedagógica, busca lograr que quienes lo usan aprendan más allá de los datos compartidos. Al ser multiplataforma, se promueve la accesibilidad sin restringir espacios físicos, pero FlexFlix entiende los riesgos que se deben gestionar cuando uno está en formación; la capacidad de procesar críticamente y de entender temas complejos cambia con la edad y la práctica.

El cerebro realiza nuevas conexiones y forma nuevos patrones al aprender, por eso se necesita un GPT curado, que informe, pero no piense por nosotros, y que promueva el arte de preguntar, siempre nos servirá más allá de los datos compartidos. Por otro lado, se promueve una relación distinta con la tecnología, donde la laptop o el celular puede ser tanto un medio para divertirse como para aprender, un problema que ha sido evidenciado en el rendimiento académico [Sana, Weston & Cepeda, 2012], [Lepp, Barkley & Karpisnki, 2012]. Al integrar la IA en la educación, FlexFlix no sólo mitiga los riesgos de la dependencia, sino que posiciona a sus usuarios como líderes en la era de la IA.

Un llamado en la urgencia

El futuro de la IA es incierto, pero su presencia es inevitable. Al igual que en revoluciones tecnológicas pasadas, el éxito dependerá de nuestra capacidad para adaptarnos y adquirir nuevas habilidades. La IA no reemplazará a los humanos en el corto plazo, pero transformará profundamente cómo trabajamos, aprendemos y nos relacionamos. Con herramientas como FlexFlix, podemos transformar la velocidad del cambio en una oportunidad, aprendiendo a pensar y trabajar junto a la IA de manera estratégica. Este es el momento de actuar, para que no solo sobrevivamos, sino que prosperemos en la era de la IA, liderando la innovación en lugar de seguirla. Con preparación, visión y responsabilidad, podemos construir una sociedad donde la IA sea una aliada, no una amenaza, asegurando un futuro próspero desde hoy.

Soluciones y Servicios relacionados

Nos enfocamos en solucionar problemas y crear experiencias seguras

Otros recursos relacionados

Nos gusta compartir lo que aprendemos

VER TODOS